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These are the good times in your life

"Los días de lluvia también ocurren cosas maravillosas", dicen en la escena final de Neon Genesis Evangelion. Quizá sea una de las frases más importantes de toda la serie. Y de las más ciertas. Cuesta digerirla, pero siempre acaba llegando ese día de lluvia maravilloso que da la razón a Ritsuko Akagi.


¿Por qué tiene que ser mala la lluvia? Las canciones, los libros, las películas, incluso los dichos populares parecen empeñados en que veamos la lluvia como algo negativo de lo que hay que huir. Cuando llueve, la gente camina más brusca, de mal humor. No por nada la humanidad inventó paraguas y chubasqueros para protegerse de la lluvia. Pero la lluvia también nos trae cosas buenas, nos trae frutas y verduras, plantas, flores, ríos y lagos. Es delicioso escuchar la lluvia repiquetear contra la ventana una tarde de domingo, o por la noche al acostarte.

La lluvia también puede ser catárquica: abrirte de brazos bajo la lluvia, empaparte y sentirte tan libre que durante ese instante, mientras te golpean un millón de gotas, te crees inmortal. Nada podría dañarte. Y ¿hay algo más romántico que compartir un paraguas con alguien? Lo dudo. Las risas compartidas bajo la lluvia parecen más intensas, más felices: más risas. La ciudad que tan bien conoces cobra una nueva vida bajo la lluvia: sus aceras brillan, los edificios tienen otros colores y esa fuente escondida en el rincón más bonito parece sentirse por fin en casa. Sin lluvia, no habría relámpagos, es cierto, pero tampoco arcoiris. Sin lluvia, ni siquiera podríamos disfrutar de ese cielo tan limpio y tan intensamente azul que te deslumbra al día siguiente de haber llovido.


Eso no significa que no haya días de lluvia horripilantes. Por supuesto. Días de cielo encapotado, sucio, en los que diluvie y truene, incluso granice, y las cosas se tuerzan. Días de lluvia en los que suspenderás el examen de conducir, en los que tu cita no acabará en la cama por mucho paraguas que compartáis, días en los que se irá la luz y te quedarás atrapado en el ascensor. Pero la lluvia no habrá tenido nada que ver. Del mismo modo, que los días de sol no son necesariamente mejores porque sean soleados. Las cosas ocurren como tienen que ocurrir, no hay que permitir que el entorno nos condicione.

Por eso es tan importante no perder el optimismo ni siquiera los días de lluvia. Cuando llueva, sal de casa como siempre, no te lamentes por haber olvidado el paraguas o arriesgarte a que se mojen tus zapatos nuevos: sonríe mucho y ponte a caminar hacia tu destino. Con paso muy firme. Sortea los charcos, pero permite que todas esas gotas que consigan golpearte purifiquen tu alma. Y no dudes ni un instante de que ocurrirán cosas muy buenas en esa ciudad ahogada. Un abrazo, por ejemplo. Dos amigos que se reconcilian, una pareja que se enamora, un coche desprendiéndose por fin de la pegatina que puso allí alguien que ya se fue, una buena película, una cena a la luz de las velas, un niño descubriendo gracias a su padre cómo funciona el ciclo de la lluvia, un paraguas bonito desplegándose como una rosa en medio del paisaje gris. O tu propia sonrisa reflejada en la acera.

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1 comentarios:

kuroratsu dijo...

No puc llegir-me el post... no puc... pel simple fet de que m'encanta la pluja! M'encanta quant plou! M'encanta la sensació de les gotes caien-me al cap, les gotes caient per tot arreu. Mullar-me els peus al trepitjar un toll que no havia vist, arribar a casa amb els pantalons molls i tenir-me que posar el pijama, mentre veig per la finestra que les gotes de pluja van caient.

Jo sóc d'aquests, que de tant en tant es deixen mullar per la pluja intensa. Jo sóc d'aquells que s'obliden expressament el paraigüa a casa.

Adoro la pluja! >_<

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